miércoles, 19 de octubre de 2011

La crisis del sistema educativo

Gracias Sonia por tus interesantes reflexiones sobre el estado de la enseñanza del español en Túnez. Espero que nos hagan pensar en lo que está pasando y que podamos encontrar una solución satisfactoria para nuestro alumnado.

LA CRISIS DEL SISTEMA EDUCATIVO por SONIA MARSAOUI

Enlazando con los artículos publicados por nuestros compañeros y profesores Fernando Andú y Mohammed Doggui,  “El emperador desnudo” y “Quien nos engaña no es de los nuestros”,  vamos a reconocer algunas realidades del sistema educativo tunecino, antes de pasar a la acción y  responder a la invitación de “vestirlo entre todos” lejos del “engaño despreciable”. Nuestro sistema educativo -así como muchos otros sectores marcados por el deterioro y la restauración de la corrupción- parece, después de la dictadura, un “Macondo” o sea, un terreno virgen, donde todo está por rehacer y reconstruir, especialmente en el ámbito de la enseñanza de lenguas y del español, en concreto.

No es una exageración afirmar que la degeneración había alcanzado todos los aspectos del sistema educativo, que fue vaciado de sus objetivos educativos y sus contenidos científicos. Desde hace algún tiempo y hasta hoy, la mayoría de los estudiantes tanto de Enseñanza Media como de Enseñanza Superior ya no se interesan por la formación científica en sí sino que se encuentran obsesionados por las notas. Lo cual fue una orientación del sistema caducado, que, lejos de cualquier voluntad de mejorar los contenidos y el nivel de los discípulos, se interesaba, más bien, en presentar unas cifras y porcentajes engañosos, hinchados y falsos, para esconder su fracaso y sus intenciones de aplastar la creatividad y el pensamiento libre y crítico de los jóvenes y conseguir, de hecho, una población dócil, inconsciente y dispuesta a la manipulación… De hecho, tenemos a un amplio sector de diplomados pero que no están cualificados. Tal vez la invención de un nuevo sistema de “LMD” es el reflejo más obvio de estas prácticas sospechosas del antiguo sistema, cuyos frutos, o mejor dicho víctimas, vienen a nutrir las filas de los parados.

Por último, cabe recordar que en Secundaria también los niveles de la optativa se han reducido de tres niveles a dos solamente; además, los programas se han aligerado demasiado, de manera que los estudiantes que eligen la lengua española -o cualquier otra lengua extranjera, como el alemán o el italiano- tienen que descubrir los nuevos contenidos cuando pasan a la Enseñanza Superior, en un tiempo récord, de tres años –la duración de la formación- que a su vez fue reducido, sacrificando un año entero, sin hablar de algunos casos en los que solo han tenido una formación de dos años y medio, además del ausentismo tanto de profesores como de estudiantes en varias ocasiones. Por todo ello sería un engaño considerar esta formación suficiente o eficiente y sobra decir que el nivel de los hispanistas tunecinos ha bajado considerablemente en los últimos años.

Al retroceso del nivel viene a sumarse la falta de opciones y posibilidades, porque se supone que estos estudiantes de tres años de carrera universitaria tienen derecho a seguir con una formación de tercer ciclo, un máster profesional o de investigación; sin embargo, la mayoría de estos jóvenes diplomados -oriundos de varias instituciones repartidas en todo el país- se han encontrado este año con un número reducido de plazas que no respondía a sus aspiraciones y ambiciones de terminar la carrera por varias consideraciones. Pues, además de la falta de efectivo en el cuerpo enseñante capacitado para dar este tipo de cursos especializados,  se suma el hecho de que la mitad de plazas ofrecidas se han reservado para sus compañeros repetidores del año pasado. Esperando una solución a esta situación decenas de estudiantes siguen aspirando a alcanzar a sus compañeros más afortunados… Por nuestra parte, deseamos una mejora y una reforma eficaz del sistema educativo con la colaboración y la contribución de todos los componentes del ámbito educativo, lejos del engaño y las decisiones preparadas en despachos aislados de la realidad de la enseñanza en nuestro país.

lunes, 10 de octubre de 2011

Quien nos engaña no es de los nuestros

QUIEN NOS ENGAÑA NO ES DE LOS NUESTROS por MOHAMED DOGGUI
من غشنا فليس منا

Como se averigua a través del título, he resuelto abundar en el tema de los engaños sobre el que ha versado el artículo “El emperador desnudo” de mi amigo Fernando Andú, y ello dado el  sumo interés que suscita entre los tunecinos en este período postrevolucionario.
Antiguamente, mientras que unos alcanzaban la nobleza por armas o por letras, otros, que no eran diestros ni en pluma ni en espada, pagaban cuantiosas sumas de dinero por adquirirla. Sin embargo, como bien lo indica la frase proverbial tunecina, estos podrían engañar a los de fuera pero nunca a los de dentro:  قالو يا بابا وقتاش نوليو شرفا قالو وقت إلي يموتو كبار الحومة (–  Papá, ¿cuándo vamos a ser nobles? – Hijo, no antes de que se mueran los veteranos del barrio.)
Sin embargo, en nuestro país, los que van a descubrir y denunciar a los impostores no van a ser los “veteranos”, sino, más bien, nuestros jóvenes, los principales protagonistas de la Revolución Tunecina, igual que el niño del cuento “El traje nuevo del emperador” que ha delatado al rey ilegítimo, mencionado por Fernando Andú.
Aunque, en la actualidad, Túnez está pasando por una etapa transitoria bastante abrupta, en la que algunos procuran sembrar confusión deslumbrando a la gente con el oro (no de ley) que habían adquirido por métodos poco nobles, confío en la agudeza de vista de nuestros jóvenes para discernir entre الحابل (el tramposo)  y el النابل  (el noble).
A dichos jóvenes les advierto que no es el traje de luces lo que hace al torero, sino su destreza en el ruedo y la nobleza de su comportamiento para con el toro. En efecto, sea cual fuere la postura que cada uno adopte respecto a la lidia, de defensa o de censura, nadie pone en entredicho que el genuino torero, aunque su vida corra peligro, nunca ha de propinale al toro la estocada por el lomo, sino, siempre, cara a cara, mirándolo en los ojos. Así, nunca se es noble con traición, trampa y cobardía.
Con oro, pues, se puede mudar de apellidos, adquirir títulos nobiliarios y llevar atuendos de aristócrata, pero nunca comprar la honradez ni la verdadera nobleza, la del espíritu. Recurriendo a los versos famosos de Luis de Góngora, diría que por competir con la virtud, el “oro bruñido al sol relumbra en vano”. Y tanto el alma como el linaje no los limpia el dinero, sino que los honran, o los deshonran, las obras de cada cual: “obras hacen linaje; no nombres ni trajes.”
Así, pues, espero que nuestros jóvenes no me desengañen dejándose engañar por esos despreciables engañadores.