AL QUE NO TIENE VERGÜENZA, NO HAY QUIEN LE VENZA por Mohamed DOGGUI
La falta de reconocimiento y hasta de respeto hacia los profesores de español, tanto tunecinos como hispanohablantes, que trabajan afanosamente por mejorar la situación del hispanismo tunecino es, a mi entender, un acto de absoluta desvergüenza. Y esta actitud resulta aún más descomedida cuando procede de gente que, en el pasado, ha beneficiado largamente de la dedicación desinteresada de dichos profesores. Abyectos son los que ياكلو في الغلة ويسبو في الملة ; es decir, aquellos que escupen en el plato en el que acaban de comer. Ruines son los que muerden a los maestros después de beber de ellos. Y ante dicha ruindad a estos maestros no les queda más remedio que el de aplicar la recomendación sensata de إتقي شر من أحسنت إليه (¡Guárdate de aquel a quien has socorrido!)
Cabe recordarles a estos ingratos que «durante muchos años, los departamentos de Filología Hispánica, pertenecientes a la Facultad de Letras, Artes y Humanidades de la Universidad de la Manouba y al Instituto Superior de Lenguas de la Universidad de Cartago, se han dedicado plenamente a la formación de profesores de español de enseñanza media para ir satisfaciendo las necesidades de todas las regiones del país. Y, en la actualidad, el resultado es realmente halagador: la lengua de Cervantes y de Gabriel García Márquez es enseñada por unos cuatrocientos profesores, entusiastas y concienzudos, en prácticamente la totalidad de las veinticuatro gobernaciones de que consta Túnez.»
Cabe recordarles asimismo que desde José Mateo Sastre, el creador de la primera cátedra de español en Túnez, los hispanistas tunecinos no hemos cesado de contar con la colaboración de nuestros amigos españoles e hispanoamericanos residentes en nuestro país. «Gracias a su generosidad intelectual y el estrecho lazo afectivo que los une a Túnez, los lectores y los profesores contratados se prestan a servir de referencia lingüística y cultural no solo a nuestros estudiantes, sino también a nosotros, los profesores e investigadores tunecinos.»
Si bien es cierto que la enseñanza del español en Túnez es pedagógicamente perfectible —¿acaso hay alguna actividad humana que no lo sea? —, nadie puede negar que su situación ha venido mejorando notable y constantemente. Sin embargo, la principal dolencia que la aqueja y que no tiene visos de ser remediada es, a mi entender, la mentalidad mercantilista, por un lado, y oportunista, por otro, de aquellos que, durante el antiguo régimen, hacían de confidentes a las autoridades policiales y al expartido Reagrupación Constitucional Democrática (RCD) tachando de “traidores a la patria” a los profesores tunecinos que creen realmente en el diálogo cultural hispano-tunecino.
Sin embargo, como “no engendra conciencia quien no tiene vergüenza”, estos mismos delatores se presentan ahora, en el Túnez revolucionario, como los defensores de la “soberanía nacional” presumiendo de ser los más íntegros de los hispanistas universitarios en nuestro país. Es realmente el colmo del descaro. En fin, ¿qué les vamos a hacer?, ¿qué les vamos a decir sino إن لم تستحي فافعل ماشئت , al que no tiene vergüenza, no hay quien le venza?